Brasil y el futuro de su relación con China
2016-11-22PorEVANDROMENEZESDECARVALHO
Por EVANDRO MENEZES DE CARVALHO*
Brasil y el futuro de su relación con China
Por EVANDRO MENEZES DE CARVALHO*
16 de octubre de 2016. El presidente de China, Xi Jinping, el primer ministro de la India, Narendra Modi, el presidente de Sudáfrica, Jacob Zuma, el presidente de Brasil, Michel Temer y el presidente de Rusia, Vladimir Putin, en la VIII cumbre de los BRICS en Goa.
LA Cumbre del G20 realizada el pasado mes de septiembre en la ciudad china de Hangzhou fue el estreno de Michel Temer como presidente de Brasil. En esa oportunidad estaba más preocupado por ser reconocido por sus homólogos que por mostrar al mundo la agenda de la política exterior del gigante sudamericano. El país se ha visto sumergido en una extensa crisis política y económica en los últimos dos años que terminó con la destitución de Dilma Rousseff, que deja a la nación estancada. La vía para alcanzar el desarrollo y la velocidad con la que Brasil saldrá de la crisis depende de la capacidad del actual Gobierno para poner “el tren en la ruta adecuada”.
El mundo ha observado de cerca lo ocurrido en Brasil. Los cambios en el Gobierno han generado expectativas en los países que desean preservar o mejorar las relaciones y los vínculos comerciales en el país. La incertidumbre crece cuando dichos cambios son originados por situaciones polémicas. Dos años y unos meses tendrá Temer para cumplir su mandato, que parece tener pocas condiciones para dejar una huella en la política exterior brasilera. No existe suficiente capital político para ir más allá de los conceptos básicos, aunque a veceslos fundamentos básicos llegan a ser esenciales. La urgencia por superar la crisis económica es lo que impulsa su política exterior. Por estas razones la diplomacia de Brasil tenderá a operar en “modo automático” sin iniciativas audaces o una diplomacia presidencial, que fue el sello durante los gobiernos de Fernando Henrique Cardoso y Lula da Silva.
El grupo de los BRICS y el G20 son foros que tendrán sentido para el Gobierno siempre y cuando sean útiles para el mejoramiento de la economía brasileña. No serán parte de sus agendas asuntos polémicos que podrían generar costos políticos al país. Así pues, en el caso de los BRICS se centrará en el “Nuevo Banco de Desarrollo”. No existen pronósticos de acercamientos a posiciones políticas comunes en otros foros internacionales. En ese sentido la diplomacia brasileña tiende a una convergencia de decisiones y opiniones con los países occidentales.
José Serra, el actual ministro de Relaciones Exteriores, posee una larga historia en la política brasileña y todo indica que sus funciones como canciller estarán centradas en la política interna. Considerado uno de los candidatos para las elecciones presidenciales de 2018, su agenda de reuniones ha estado dividida entre encuentros con autoridades y políticos brasileños y embajadores, diplomáticos y personajes dedicados a asuntos internacionales.
No obstante, las relaciones con China son altamente importantes como para someterlas a las normas de la diplomacia convencional.
¿Se enfriarán las relaciones chino-brasileñas?
Esa fue una de las interrogantes que más escuché cuando estuve en China este año. La preocupación del Gobierno chino fue evidente durante el largo proceso del juicio político ante los cambios significativos en las relaciones, en el caso de que Temer encabezara un nuevo gobierno. China se adaptó a la diplomacia del Partido de los Trabajadores luego de catorce años en el poder, aun cuando la política exterior de Dilma Rousseff fue incomprensiblemente tímida en comparación con la de Lula.
Sin embargo, con el nuevo Gobierno encabezado por Michel Temer es posible que las relaciones entre las dos naciones se fortalezcan, aunque con más ventajas para China. El Programa de Asociación para Inversiones, anunciado por Temer, prevé la concesión o venta de más de treinta proyectos en las áreas de energía, aeropuertos, carreteras, puertos, ferrocarriles y minería. Claramente interesado en tal programa, China es además uno de los pocos países del mundo con capacidad financiera para participar en la subasta. Los acuerdos firmados durante la estancia de Temer en China así lo evidencian. En dichos acuerdos multimillonarios se incluyen la venta de 50 aviones Embraer, inversiones en Petrobras, la fabricación de acero en el Estado de Maranhão y la participación china en CPFL Energía.
No obstante, las relaciones con China son altamente importantes como para someterlas a las normas de la diplomacia convencional. Se debe tener en cuenta su posición de liderazgo en la economía y la política actual y su influencia en el futuro de la humanidad. Sería un error querer avanzar en los vínculos con China sin evaluar los espacios políticos e institucionales. Brasil es fundador e integrante de los BRICS y el G20, por ejemplo. Por otra parte, la profundización de la asociación estratégica con China implica no solo un papel positivo en estos foros, sino también una mejor comprensión de lo que es la China de hoy. La VIII Cumbre de los países BRICS en la India será la oportunidad perfecta para que Brasil reafirme su compromiso con iniciativas que amplíen el campo de visión de nuestra diplomacia más allá del norte y el sur del Atlántico.
20 de septiembre de 2016. La IV edición de GOTEX en Sao Paulo, Brasil. Cnsphoto
*Evandro Menezes de Carvalho es profesor de la Escuela de Leyes de la Fundación Getulio Vargas de Brasil.