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2022-01-01
EN los ocho años transcurridos desde la inauguración del primer tren de carga China-Europa, las ciudades chinas del interior han podido contar con una ventana al exterior. El transporte intermodal marítimoferroviario ha mejorado aún más la eficiencia logística y ha promovido la cooperación económica y comercial entre China, los países a lo largo de las líneas ferroviarias y otros países europeos. Además de Hamburgo, el puerto alemán de Duisburgo es otro importante centro distribuidor de las mercancías de los trenes de carga China-Europa. Con la llegada de los trenes provenientes de diferentes ciudades chinas, Duisburgo, que se vio en declive por su independencia de la industria pesada, resplandece hoy con vitalidad.
Según el Ministerio de Comercio de China, en el primer semestre de este año, el comercio China-Europa superó los 388.200 millones de dólares, un aumento del 37 %; mientras que el comercio entre China y Alemania registró un incremento del 35 %; el entre China y Francia, un 43,9 %; y el entre China y España, un 35 %. Asimismo, la inversión de la Unión Europea (UE) en China creció un 20,8 % entre enero y mayo, mientras que la inversión de China en la UE aumentó casi un 70 % en los primeros cinco meses. La UE fue el mayor socio comercial de China durante 16 años consecutivos y apenas el año pasado fue superada por la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático debido principalmente a la salida del Reino Unido de la UE. También el año pasado, China superó a EE. UU. y se convirtió en el mayor socio comercial de la UE. Desde la perspectiva de los datos económicos, la cooperación pragmática entre China y Europa no se ha visto afectada considerablemente por la política ni la pandemia. Una encuesta recientemente publicada por la Cámara de Comercio de la Unión Europea en China muestra que las empresas europeas creen en la estabilidad de nuestro país y en las oportunidades que este ofrece.
Durante mucho tiempo, las relaciones entre China y la UE se caracterizaron por su estabilidad, pragmatismo y discreción. Ambas partes han llevado a cabo una cooperación a largo plazo en los ámbitos de la economía y el comercio, la inversión, la ciencia y la tecnología, la cultura y el cambio climático, en los que han alcanzado resultados fructíferos. Sin embargo, en los últimos años, debido a un cambio en su posición, la UE no solo considera a China como un socio de cooperación, sino también como un competidor económico y un oponente institucional, y su postura tiende a ser cada vez más dura con China. No obstante, dado que no hay contradicciones geopolíticas entre ambas partes y que hay un acuerdo en el que el multilateralismo es una buena salida -en lugar del dominio de los asuntos globales por una superpotencia-, las relaciones entre China y Europa han mostrado una sólida resistencia. Hoy, la UE aboga por mantener los contactos con China, cooperando y compitiendo económicamente, y hace hincapié en la cooperación en temas clave como el cambio climático, la prevención de epidemias y la economía digital.
El pasado 30 de julio, en el séptimo Foro de China y la Globalización, Joerg Wuttke, presidente de la Cámara de Comercio de la Unión Europea en China, señaló que la UE desea ayudar a China a cumplir sus “dos objetivos de carbono” (alcanzar una cima de emisiones de CO2 antes de 2030 y lograr la neutralidad de carbono antes de 2060). Wuttke cree que las empresas europeas pueden ver estas metas como una oportunidad y la UE puede brindar un apoyo en materia de recursos humanos, estructura corporativa, cooperación transfronteriza y entorno empresarial.
El año pasado, ambas partes llegaron a un consenso en cuanto al Acuerdo Integral de Inversión entre China y la UE (CAI, por sus siglas en inglés), lo que demostró la voluntad común de llevar a cabo una cooperación profunda a través de la complementariedad y la similitud entre sus economías. Ante la necesidad que tiene la economía mundial de recuperarse de la pandemia, el CAI aparece particularmente en consonancia con los intereses tanto de China como de la UE y aclara también el panorama para las empresas de la UE en cuanto al acceso al mercado chino y la equidad en la competencia. Por lo tanto, ambas partes esperan que el CAI se ponga en marcha lo antes posible.
Rudolf Schalpin, quien fuera ministro de Defensa alemán, ha mencionado que las empresas alemanas vinculadas comercialmente con China están preocupadas de que las declaraciones políticas perjudiquen sus actividades. En ese sentido, Schalpin sostuvo que se debería examinar más de cerca los esfuerzos de China en materia de derechos humanos y ver que las medidas de erradicación de la pobreza, el derecho a un buen servicio de salud, el derecho a tener una vida plena, así como el derecho a la educación han sido cumplidos en gran medida. Se trata de algo sin precedentes en la historia. En aras de superar desafíos globales verdaderamente importantes, cooperar con China es mejor que boicotearla.