¿Un éxito trasladable a Latinoamérica?
2020-10-12PorSTORRESTlVO
Por NÉSTOR RESTlVO*
Néstor Restivo, historiador y director periodístico de la revista DangDai.
PARA cualquier latinoamericano interesado y dolido por la pobreza en su país, una calamidad estructural en la región agravada durante estas décadas neoliberales, la forma en que ha abordado China la problemática asombra, causa admiración y debería servir a la dirigencia de América Latina como referencia para la acción.
Cada país tiene su historia, tradiciones, contexto. No es fácil el traslado mecánico de experiencias de un lugar a otro. Sin embargo, también es cierto que no hay muchos precedentes fuera de China y que hay ciertas cuestiones “universales” que podrían adoptarse acomodándolas a la realidad política, social, educativa y económica local para enfrentar el drama.
“La pobreza no es socialismo”
Según el Banco Mundial, unos 800 millones de personas salieron de la pobreza desde la política de Reforma y Apertura lanzada por Deng Xiaoping y continuada por sus sucesores. Antes, Mao Zedong había sentado las bases para poder tener éxito, como la enorme campaña de alfabetización, la duplicación de la expectativa de vida, las primeras industrias y planes en ciencia y tecnología, entre otras medidas.
Deng exhortaba a sus camaradas a entender que “la pobreza no es socialismo, sino que el socialismo significa eliminar la pobreza”. El capitalismo es lo inverso, no lo tiene como meta. Y el neoliberalismo, su fase actual, mucho menos: su razón de ser ha sido restablecer una tasa de ganancia ilimitada, mayor incluso a la etapa anterior a las guerras mundiales, atacando toda regulación estatal que acotara las “capacidades del mercado”, por otra parte cada vez más concentrado y dominado por el sector financiero, la peor combinación posible: “tormenta perfecta” para generar pobreza.
Volviendo a los estudios del Banco Mundial (BM), institución insospechada de marxista, su director para China, Mongolia y Corea, Bert Hofman, informó que entre 1981 y 2015, China había logrado “la tasa más rápida de reducción de la pobreza jamás registrada en la historia de la humanidad”. En las metas de la ONU -no cumplidas- para reducir la pobreza mundial, las mejoras ocurrieron justamente por el aporte chino. En el caso específico de la pobreza extrema o indigencia (falta de comida por un ingreso inferior a 1,25 dólares al día), el BM señaló que mientras el número de personas afectadas en el mundo se había reducido, entre 1981 y 2011, de 1938 millones a 1011 millones, en China había disminuido de 838 a 84 millones. Es decir, el mundo bajó menos de la mitad y China, unas diez veces. Para 2020, China espera eliminar totalmente la indigencia. No sabemos si por la magnitud de la recesión provocada por la pandemia de COVID-19 podrá lograrlo, pero, en cualquier caso, no tardará mucho en hacerlo y será una meta alcanzada, muy posiblemente, cuando el año que viene el Partido Comunista de China (PCCh) festeje un siglo de vida.
En distintos viajes a China pude conversar con varios analistas y estudiosos del tema. En una reunión organizada por el Instituto de América Latina de la Academia China de Ciencias Sociales, varios investigadores de universidades asociadas me explicaron las bases del plan para erradicar la pobreza.
El abordaje del plan es integral y multidisciplinario. Quiere decir que articula salud, educación, empleo, vivienda, infraestructura, finanzas y desarrollo industrial. Incluye capacitación, enseñanza del chino a minorías étnicas y obras de infraestructura para movilizar la producción. Y están comprometidos en la tarea ministerios, organismos, cuadros partidarios, estudiantes y empresas estatales y privadas.
La capacitación es un eje central, en especial para poblaciones más retrasadas en su desarrollo hacia la modernidad, como las del Tíbet o las zonas remotas de provincias como Sichuan o Yunnan, con terrenos áridos y muy montañosos, o incluso en provincias costeras más desarrolladas, pero con áreas alejadas de sus centros urbanos. En ellas, autoridades y cuadros técnicos del PCCh capacitan a los pobladores a que superen su pura subsistencia para pasar a producir excedentes para el mercado, así como la construcción de obras para poder colocarlos allí (carreteras, centros de acopio, puentes, túneles). Las actividades pueden ir desde la enseñanza de oficios (guías turísticos, criaderos de ganado, peluqueros) hasta más complejos, como producir y aun aprender a instalar dispositivos de paneles solares en sus hogares, pero también con un plus para vender en China o exportar, o sembrar y cosechar productos orgánicos que puedan consumirse y también venderseonlinevía celulares, un furor en China.
Estas prácticas se combinan con algunos subsidios directos (que al principio eran más corrientes), en especial a las personas ancianas.
Algunas vías para América Latina
¿Puede aprender América Latina de estas experiencias? Una forma indirecta de cooperación en la materia es la Iniciativa de la Franja y la Ruta (IFR), pues si bien no es un programa social, incluye entre sus objetivos el desarrollo socioeconómico, que a su turno ayuda a combatir la pobreza y, como posible consecuencia de ella, a frenar o evitar la desestabilización o aun la violencia.
8 de septiembre de 2020. Gracias a las políticas de reasentamiento, los habitantes del distrito de Qinglong, en la provincia de Guiyang, consiguieron empleo en una empresa de automóviles de nueva energía. VCG
Otra vía es el intercambio directo de experiencias. África, donde China ya desarrolló una decena de Conferencias de Desarrollo y Reducción de la Pobreza, es un ejemplo. Cuando visitó Buenos Aires para presentar el potencial turístico y económico de Guizhou (una provincia pobre, pero que está dando saltos gigantes en modernización y lo que se llama una “ecocivilización” para la limpieza y sustentabilidad de sus paisajes), el ministro y jefe del Comité Permanente Provincial del PCCh, Mu Degui, me dijo que “doce países de África ya habían visitado Guizhou para ver nuestro modelo contra la pobreza; lo mismo hicieron ya varias misiones del Banco Mundial”. Las autoridades de Guizhou participaron en agosto de este año en un seminario virtual con dirigentes del Partido Justicialista (Peronista) argentino, que gobierna el país. Y dialogaron del tema.
En cuanto a América Latina y el Caribe, también hablé con Wu Min, subdirector general de la Oficina de Alivio de la Pobreza, quien vino a Buenos Aires en 2018 para presentar el libro del presidente Xi JinpingLiberarse de la pobreza. Wu abordó la posibilidad de que América Latina recibiera algunas lecciones.
El tema, por lo demás, figura en el Plan de Acción Conjunto de Cooperación en Áreas Prioritarias CELAC-China (2019-2021), acordado en Chile en 2018: “Intensificar en mayor medida los diálogos de alto nivel y los intercambios de buenas prácticas en los temas de la erradicación de la pobreza en todas sus formas y dimensiones”.
Se habló entonces de celebrar un Foro de Desarrollo Social y Erradicación de la Pobreza China-CELAC y de “considerar los estudios sobre el carácter multidimensional del tratamiento de la pobreza, realizados por losthink tanks, que permitan formular sugerencias para políticas públicas según las condiciones socioeconómicas y niveles de pobreza de los países de la región, así como compartir buenas prácticas y medidas para erradicar la pobreza en todas sus formas y dimensiones, en particular dirigidas a grupos especialmente vulnerables”.
Lamentablemente, nuestra región está fragmentada políticamente, sus democracias en crisis y peor aún su frustrante proceso de integración y coordinación de acciones. Pero al menos, entre tanto, es de esperar que en las relaciones bilaterales de cada país con China surjan acciones concretas que emulen aquí -o tomen algunas aristas cuanto menos- lo que tan exitosamente se ha hecho al otro lado del mundo.