Otra visión de la realidad
2020-07-04PorAYELENlGO
Por AYELEN lÑlGO*
Mi experiencia como periodista latinoamericana en China
Ayelen Iñigo es periodista en la revista Rumbos.
LLEGUÉ por primera vez a China, más específicamente a Beijing, en mayo de 2018, como periodista becada por el Centro de Prensa de China, América Latina y el Caribe. Éramos un grupo de 13 periodistas latinoamericanos (provenientes de países como México, Argentina, Costa Rica, Cuba, Panamá, Venezuela, Brasil, Ecuador, Bolivia y Perú), los cuales llegábamos para instalarnos en la capital china en un programa de seis meses de duración destinado a que los periodistas de América Latina pudiéramos escribir sobre China con información de primera fuente, experimentando personalmente las formas de vida y el desarrollo que acontecen hoy en el gigante asiático.
El viaje estaba organizado por la Asociación de Diplomacia Pública China y tenía una amplia agenda que incluía visitas a numerosas empresas, entrevistas con funcionarios del Gobierno, coberturas de conferencias de prensa, mesas de debate con periodistas de los medios de comunicación chinos más importantes y viajes a lo largo del país, con la posibilidad de conocer las provincias de Gansu, Guangdong, Hebei, Hubei, Jiangsu, Guizhou y los municipios de Tianjin y Shanghai.
Una oportunidad para informar desde China
En ese entonces, yo trabajaba como periodista en Argentina y escribía para varios medios, entre ellos las revistas Rumbos, Viva (ambas del Grupo Clarín) y La Nación (del diario homónimo), así como los periódicos La Voz del Interior y Los Andes. El viaje a China me permitió escribir para todos ellos distintos artículos periodísticos en ámbitos variados, desde cultura y sociedad hasta economía o política.
Fueron muchas las notas sobre temas interesantes que escribí durante la beca. Recuerdo algunas en particular, como el recorrido que hice por la ciudad de Shanghai para entrevistar a los traductores al mandarín de Jorge Luis Borges -uno de los escritores argentinos más importantes- o mi visita a Lijiawan, uno de los “pueblos piloto” donde China comenzó con su programa de alivio a la pobreza.
También presencié momentos de importancia política actual, entre los que recuerdo la visita de Estado del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, o el establecimiento de relaciones diplomáticas entre China y El Salvador.
Aunque a lo largo de toda mi estadía me dediqué al estudio del mandarín, lo cierto es que no fue suficiente para alcanzar un nivel que me permitiera interactuar libremente con mis entrevistados. Antes de viajar a China, muchos colegas periodistas me habían advertido sobre la barrera idiomática con la que me enfrentaría, pero lo cierto es que el impedimento no fue tal.
Por un lado, desde el Centro de Prensa de China, América Latina y el Caribe teníamos a disposición la ayuda de traductores y, en los casos en que eso no era posible, siempre encontré una respuesta positiva por parte de mis entrevistados para intentar entendernos.
22 de mayo de 2018. Ceremonia de inicio del programa para periodistas del Centro de Prensa China, Latinoamérica y el Caribe.
A modo de ilustración, recuerdo particularmente el momento en el que escribí un artículo sobre el gaokao, el exigente examen de admisión a las universidades chinas. En esa oportunidad me dirigí a la puerta de una de las escuelas en las quese estaban rindiendo las pruebas y entrevisté a madres y padres de algunos de los jóvenes, con la ayuda de una aplicación para traducir desde mi teléfono celular. A pesar de que no pudimos hacer un reportaje extenso, todos los entrevistados tuvieron la predisposición para hacerse entender con una periodista extranjera que estaba allí, con el fin de contar algo acerca de su realidad.
Otra de las importantes oportunidades que tuve durante la beca fue la posibilidad de trabajar durante un mes como pasante de la Agencia de Noticias Xinhua, donde pude experimentar en primera persona cómo es trabajar dentro de un equipo de periodistas chinos. Allí me dediqué, en conjunto con una periodista de Beijing, a escribir artículos que dieran cuenta sobre el acercamiento y los puntos de contacto entre China y América Latina, con foco en iniciativas como la Franja y la Ruta o la profundización del proceso de Reforma y Apertura.
Un conocimiento más cercano
Creo que lo más valioso de mi experiencia en China fue poder conocer en primera persona no solo lo que sucede en dicho país, sino también cómo funciona su sistema político, sus medios de prensa y sus formas de hacer periodismo.
El gigante asiático es visto desde Latinoamérica como un lugar lejano e inaccesible, condiciones que, en mi experiencia, llevan muchas veces a tener ideas y conceptos que no en todas las ocasiones se condicen con lo que sucede en la realidad.
Sin ir más lejos, antes de embarcarme en mi primer y largo viaje a China, yo misma tuve esos prejuicios. ¿Cómo iba a comunicarme en un país donde se habla un idioma tan diferente al mío? ¿Sería fácil acostumbrarme a los disímiles hábitos alimenticios? ¿Sería aceptada yo, una argentina, en una sociedad tan diferente a la mía?
Al mirar hacia atrás, poder conocer con mis propios ojos las dinámicas y circunstancias de ese país me resultó una de las experiencias más enriquecedoras de mi carrera como periodista y hoy en día -ya en Argentina- sigo perfeccionando mi mandarín e informándome sobre lo que acontece en China.
Durante el tiempo que duró la beca en Beijing, uno de los temas de conversación y debate recurrente con mis colegas periodistas latinoamericanos era la forma en la quela realidad china es reportada en los medios de comunicación latinoamericanos. En el caso particular de Argentina -y, por lo que pude saber, en muchos países de la región sucede igual- las noticias desde China llegan “de segunda mano”, es decir, mediatizadas a través de información elaborada por medios y agencias de noticias de otros países de Occidente, como Associated Press, Agence France-Presse (AFP) o EFE.
Creo que uno de los motivos principales de quese lleven adelante esas prácticas es la forma diferente en la quese ejerce el periodismo en China comparado con otros países de Occidente. Mientras que en el gigante asiático los medios de comunicación pertenecen al Estado, en el caso de países como Argentina los periódicos, radios y canales de televisión más influyentes son empresas privadas. En consecuencia, los periodistas argentinos están más acostumbrados a trabajar con ese tipo de medios internacionales, que recuerdan en una mayor medida a las dinámicas periodísticas de nuestro país.
Por este motivo, creo que los intercambios culturales entre China y el resto de los países de Latinoamérica se presentan como acciones necesarias para producir una profundización del conocimiento mutuo. Actualmente, Argentina no tiene periodistas que trabajen como corresponsales fijos en China (aunque sí algunos se desempeñan bajo la modalidad del freelance), una medida que creo necesaria, pero que muchas veces es difícil de llevar a cabo por temas logísticos o económicos. Sin embargo, oportunidades como la beca del Centro de Prensa de China, América Latina y el Caribe -que desde sus inicios en 2017 ya ha llevado a más de 30 periodistas latinoamericanos a China- se convierten así en herramientas en pos de la transparencia, el conocimiento y la información.