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Eficiencia y solidaridad mundial de China

2020-07-04PorAUGUSTOSOTO

今日中国·西班牙文版 2020年7期

Por AUGUSTO SOTO*

El libro blanco sobre el COVID-19 refleja el compromiso nacional y global de Beijing

LA presentación del libro blanco sobre el COVID-19, titulado “Luchando contra el COVID-19: China en acción”, refleja un hito epidemiológico nacional y el compromiso de China con la solidaridad internacional. Así lo manifiesta detalladamente el documento presentado por la Oficina de Información del Consejo de Estado en la conferencia de prensa celebrada en Beijing el 7 de junio, en el contexto de la peor pandemia global en un siglo. El texto, de 37.000 palabras, incluye cuatro partes denominadas: “La lucha de China contra la epidemia: una prueba de fuego”, “Prevención, control y tratamiento bien coordinados”, “Reunir una fuerza poderosa para vencer al virus” y “Construir una comunidad global de salud para todos”.

Unas verdades fundamentales

La atenta lectura del documento reconfirma la impresión de que desde que Beijing comenzó a enfrentar la crisis hasta hoy ha hecho un esfuerzo epidemiológico titánico. Según recoge el informe, hasta el 31 de mayo en la parte continental de China se había reportado un total acumulado de 83.017 casos, de los cuales se curaron y dieron de alta hospitalaria 78.307 pacientes, registrándose 4634 víctimas mortales, lo cual muestra una tasa de curación del 94,3 % y una tasa de mortalidad del 5,6 %.

7 de junio de 2020. La Oficina de Información del Consejo de Estado de China emite el libro blanco “Luchando contra el COVID-19: China en acción”.

El documento sistematiza datos y clarifica las políticas adoptadas en cada momento por el Gobierno chino. La primera se refiere a las medidas de urgencia y contención del virus, y abarca entre el 27 de diciembre y el 19 de enero de este año. En esta etapa inicial (con profusión de gráficos) el texto se centra en el brote de Wuhan y la celeridad en la investigación etiológica y epidemiológica para detener la propagación vírica. Igualmente, el libro blanco sobre el COVID-19 constata que oportunamente fueron informados de ello la Organización Mundial de la Salud (OMS) y distintos países, incluido EE. UU. Esto es relevante porquela administración Trump lo ha negado obtusamente, dedicándose a la vez a propagar infundada y sistemáticamente la afirmación de que China habría enviado el virus a territorio estadounidense, falsedad que solo pretende cubrir su propia y escandalosa mala gobernanza.

Otro aspecto que debidamente recuerda el libro blanco sobre el COVID-19 es la publicación temprana de la secuencia del genoma del nuevo coronavirus, que Beijing autorizó a compartir con la comunidad científica internacionaly constituyó un hito en la historia de la sanidad mundial.

Una detalladísima cronología

18 de junio de 2020. Labores de desinfección en la Estación de Ferrocarril de Beijing. Visual. people. cn

Con profundidad el texto describe el programa de cuarentena tanto en Wuhan como en Hubei, cuya efectividad asombró al mundo. Este es el asunto específico que trata la segunda fase del documento, entre el 20 de enero y el 20 de febrero, cuando se coordinaron teleconferencias nacionales al más alto nivel encaminadas a planificar la movilización de recursos y los mecanismos de emergencia a nivel nacional para ayudar a las zonas afectadas, siguiendo directrices directas del presidente Xi Jinping. Este, al saber quela enfermedad era transmisible entre seres humanos, ya el 20 de enero manifestó inequívocamente quese priorizaría la salud de la población sobre cualquier otra consideración. Conviene recordar que distintos países, algunos muy importantes y en distintos continentes, cuando les llegó su turno de enfrentar al virus inicialmente privilegiaron la economía. La gran mayoría de quienes adoptaron esa vía han tenido que desandar ese camino, luego de comprobar en la práctica sus catastróficos resultados: por ejemplo, EE. UU. y el Reino Unido.

El 23 de enero, el Centro de Comando de Prevención y Control del Nuevo Coronavirus de la ciudad de Wuhan emitió su primera declaración pública en la que dictaminó el cierre temporal de las rutas de salida desde los aeropuertos y estaciones de ferrocarriles de la ciudad. En tanto, el Ministerio de Transporte emitió una circular de emergencia en la que suspendió el tráfico de pasajeros hacia Wuhan desde otras partes del país por carretera o vía fluvial. Y ese mismo día, investigadores chinos dieron un paso de gigante en la investigación al descubrir que toda la secuencia del genoma del 2019-nCoV compartía el 79,5 % de la secuencia del SARS-CoV. Pocas horas después, comenzó el envío de personal sanitario de todo el país a Hubei y Wuhan, compuesto por un total de 346 equipos médicos e integrado por un total de 43.565 especialistas y trabajadores, incluyendo personal de las FF. AA. Otra decisión fundamental fue la de extender la duración de las vacaciones del Año Nuevo chino de 2020 (cuando más personas se desplazan a lo largo y ancho del país-continente) y posponer la apertura de todas las universidades, colegios, escuelas secundarias y primarias, así como los jardines infantiles.

Finalmente, el 27 de enero el primer ministro Li Keqiang, a nombre del presidente Xi Jinping, acudió a Wuhan a la primera línea de acción a fortalecer la orientación general y a supervisar los trabajos de prevención y control. Con el establecimiento de unas directrices sólidas, el 28 de enero Xi Jinping se reunió en Beijing con el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, e hizo un balance de la colaboración del país con el organismo y expresó su disposición inequívoca para trabajar con él y la comunidad internacional.

La resolución de la crisis

Los resultados son universalmente conocidos. El 18 de febrero, el número de infectados por COVID-19 comenzó a descender y, dos meses después, el 8 de abril, Wuhan levantó sus restricciones de tráfico saliente, vigentes durante 76 días, y paulatinamente el trabajo y la vida cotidiana recomenzaron su normalidad. Finalmente, el 26 de abril se dio de alta al último paciente hospitalizado en Wuhan.

Con esos resultados, a mediados de mayo, Xi Jinping presidió una reunión del Buró Político del Comité Central del Partido Comunista de China convocado para discutir el borrador del plan actualizado anual del Gobierno. Allí se señaló que para cumplir con las tareas y objetivos, además de prevenir y controlar el COVID-19, el país debía continuar ofreciendo un desempeño estable, llevando a cabo una reforma estructural por el lado de la oferta y promoviendo un desarrollo de alta calidad. Asimismo, Xi subrayó que el consumo interno debía expandirse y mantenerse el desarrollo económico y la estabilidad social, a fin de cumplir con los objetivos de eliminar la pobreza y lograr una prosperidad moderada.

El 18 de mayo, con ocasión de la apertura de la 73.ª Asamblea Mundial de la Salud, Xi pronunció un discurso titulado “Combatiendo el COVID-19 a través de la solidaridad y la cooperación, construyendo una comunidad global de salud para todos”. El texto, además de ofrecer el balance sanitario, envió un mensaje de optimismo dirigido a China y al mundo. En resumen, un país con 1400 millones de habitantes fue capaz de reducir dramáticamente los casos de COVID-19, bajándolos a niveles infinitesimales en solo siete semanas. China ha recomenzado el desarrollo de su agenda económica y está lista para enfrentar amenazas de rebrote vírico hasta quese encuentre una vacuna.

El libro blanco sobre el COVID-19 muestra los sistemáticos esfuerzos chinos en unos momentos delicados en los quela comunidad internacional tiene claro lo que todos nos jugamos en esta crisis y cuál es el país que con una energía positiva y descomunal lo ha dado todo en la actual coyuntura.