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Guardiana de la cultura étnica

2015-02-24PorJIAOFENG

今日中国·西班牙文版 2015年12期

Por JIAO FENG

Guardiana de la cultura étnica

Por JIAO FENG

EL distrito de Sunan de la ciudad de Zhangye, provincia de Gansu, es el único distrito autónomo de la etnia yugu en China. A pesar de su larga historia de existencia, este pueblo nómada tiene hoy solamente unos 13.000 habitantes, quienes hablan su propio idioma, pero no cuentan con su propia escritura. A medida que la vida nómada queda en el pasado y por la in fl uencia del modo de vida moderno, muchas costumbres tradicionales y objetos de uso diario de los yugu, incluso su propio lenguaje, están desapareciendo. Cómo mantener bien la cultura, las costumbres y las tradiciones de los yugu y heredarlas se han convertido en el mayor deseo de Ka Cuiling, quien planea construir una base cultural de la etnia.

Cuando pude al final entrevistar a Ka Cuiling, ya eran las ocho de la noche. Apenas regresó a su casa y no le dio tiempo para cenar. Me invitó al Centro de Herencia Cultural Étnica que todavía está en construcción. En un cuarto de más de 200 m2se exhibe toda clase de vestidos, ornamentos y utensilios para la vida diaria de los yugu, cosas antiguas que ha coleccionado durante decenas de años.

Ka Cuiling y su colección.

A fi ción de su madre

Al hablar de sus colecciones, no pudo contener sus emociones. Según ella, cada objeto conservado tiene detrás una historia.

Ka nació en una familia yugu del distrito de Sunan en 1962. Como su padre falleció temprano, su madre asumió sola la crianza de ella y sus hermanos. “Salía a pastorear en el día y en la noche seguía trabajando cosiendo trajes para otros, habilidad que ella había dominado desde los ocho años de edad”, recordó Ka, “mi madre era muy inteligente. Hablaba seis idiomas. Tenía un sentimiento especial por nuestra cultura étnica y eso me contagió”.

Un recuerdo que Ka tiene muy presente sobre su madre es cuando esta coincidió con un objeto antiguo de yugu. Su madre siempre suspiraba al pensar para qué había servido dicho objeto y que, sin embargo, iba a desaparecer pronto porque ya nadie lo utilizaba. Después de graduarse de la escuela secundaria a los 14 años de edad, volvió a casa a pastorear y aprender el bordado de su madre. Desde entonces, cada vez que veía ropa usada y abandonada, pero con bonitos motivos y adornos, la recogía y conservaba. Más tarde, empezó a recoger utensilios para el uso diario. Muchos se burlaban de ella, le decían que era una basurera, pero ella no hacía caso.

Decisión difícil

Ka disfrutaba pintar desde niña y nunca abandonó su afición, incluso después de que comenzara a trabajar. Aprovechaba su tiempo libre para desarrollar por sí misma la habilidad y esa persistencia la llevó a obtener el premio más elevado en una exposición de Sunan en 1984. Gracias a esto, logró un puesto de trabajo en el gobierno del distrito, convirtiéndose en la primera trabajadora artística de la etnia yugu en la localidad. “Siempre había tenido el deseo de estudiar en la universidad, pero solo había llegado hasta la escuela secundaria, por lo que me costó ocho años conseguir la admisión universitaria”, recordó Ka. En 1987, a los 25 años, Ka fue admiti-da por la Facultad de Bellas Artes de la Universidad del Noroeste de Nacionalidades.

Hermosos trajes típicos de la etnia yugu.

La universidad amplió los horizontes de Ka ayudándola a conocer más profundamente la cultura étnica. Así empezó a tener conciencia de que esta necesitaba protección urgente.“Como fui a la universidad cuando ya era adulta, estaba casada y tenía un hijo, pude comprender mejor la cultura étnica. Además, como participaba a menudo en las actividades universitarias, aprendí artesanías de diferentes etnias e intervine más en la colección”, dijo Ka, “aquel tiempo fue muy importante para mí: aprendí muchas cosas, pero también comencé a sentir una fuerte crisis cultural. Me di cuenta de que, con el paso del tiempo y el cambio de época, la cultura tradicional del pueblo nómada yugu iba desapareciendo”.

“Tú puedes ser la primera pintora de yugu”, le dijo su maestra a la hora de su graduación. En 1999, Ka asistió a la competencia nacional, organizada por el Comité Administrativo del Monumento del Milenio de China en Beijing, a fin de recolectar íconos de todas las nacionalidades del país. Su pinturaCiervo con perlalogró ser seleccionada para ser esculpida y convertirse en el monumento símbolo de su etnia.

Sin embargo, Ka se vio obligada a dejar de pintar. “Tanto para pintar como coleccionar yo necesitaba apoyo material, pero mi familia no tenía mucho dinero. Entonces, decidí, con mucho dolor, abandonar la pintura”. Fue una gran pena, pero nunca se arrepintió, pues su sólida base como pintora le favoreció mucho en la colección.

Coleccionista en la pradera

Para la colección, Ka dejó sus huellas en toda la pradera de yugu. Al enterarse de que había objetos antiguos, se apresuró a la sede e hizo todo lo posible para conseguirlos y, si no querían dárselos o vendérselos, Ka pintó y aplicó la técnica de elaboración para reproducirlos después.

Una vez, se enteró de que un pastor quería vender a 2000 yuanes una bolsa hecha con piel de oso. Tenía solo 1250 yuanes. Cuando por fi n completó la suma, la bolsa ya había sido vendida. No tuvo más remedio que pintar el modelo y elaboró una imitación, pero con piel de vaca. “Como hay cada vez menos cosas como estas y será difícil volver a verlas, las pinto y fotocopio para que nuestros descendientes sepan cómo eran originalmente”.

En otra ocasión, Ka fue a visitar a un artesano hábil en el grabado en cuero, pero al llegar se enteró de que lamentablemente el anciano ya había fallecido. Entonces pidió a los familiares del artesano que le enseñaran la técnica. La sinceridad de Ka les conmovió al punto de que no solo le obsequiaron todo el juego de instrumentos del artesano, sino también le contaron detalladamente el proceso de elaboración. Ka apuntó cada paso con su pincel y los estudiaba con mucho cuidado al regresar a casa. Después de mucha práctica, logró dominar la técnica.

Usando los bosquejos que había dejado el artesano, Ka pudo pintar más de diez tomos. Un día quiere arreglarlos para hacer una breve historia cultural de la etnia yugu.

En 30 años, Ka Cuiling ha coleccionado miles de objetos preciosos. Algunos le aconsejaron que los vendiera a cambio de una gran cantidad de dine-ro. “No los venderé, ni siquiera uno de ellos. Además, les dije a mis hijos que pueden usarlos, pero no tienen derecho de venderlos. ¿Por qué? Nuestra nacionalidad tiene solo más de diez mil personas, y si cada una tiene en sus manos un objeto antiguo, la suma total es de apenas diez mil objetos. Si vendemos todos, ¿qué dejaremos para nuestros descendientes?”, dijo Ka conmovida. “Yugu es una etnia que creció en el lomo de los caballos. El cambio del modo de vida afecta mucho a las costumbres tradicionales. La mayoría de los habitantes de hoy en día no saben ni armar una tienda. Los carruajes y las carretas de buey se han dejado de usar. ¿Cómo conocerán nuestros nietos a sus antecesores? No niego la idea de eliminar cosas atrasadas, pero hay que conservar la esencia cultural étnica”.

En la actualidad, todos los habitantes en la pradera conocen a Ka Cuiling. Quien sepa donde hay cosas antiguas, siempre viene a avisarle o a entregárselas. De repente, sacó un rosario de cuentas budista de una caja. Su dueña era una anciana que murió a los 115 años. “Me lo regaló su nieto hace varios días. Lo hizo porque sabía que no lo usaré para ganar dinero, sino que lo conservaré como un patrimonio étnico”.

Aldea de Nacionalidad Yugu

Ka Cuiling fue nombrada heredera del grabado en cuero y de los atavíos de la etnia yugu, dos patrimonios inmateriales de la provincia de Gansu. Desde entonces, siente más responsabilidad sobre sus hombros. En 2014, acumuló el fondo y obtuvo el apoyo del Gobierno que le concedió un territorio de 20.000 m2para construir la Aldea de Nacionalidad Yugu.“Todos hablanputonghua(lo que se conoce como “chino o mandarín”), y cada día menos gente sabe hablar la lengua yugu. Como no tenemos escritura, no quiero que la lengua desaparezca también”, acotó. Según ella, todos los empleados en la aldea solo tienen permitido comunicarse en yugu y, además, a menudo organizan competiciones como esquilar ovejas,tuoduozi, etc. Su hija contrajo matrimonio el mes pasado y la ceremonia nupcial se realizó completamente al estilo tradicional de yugu y fue fi lmada en video.

Según la tradición, la madre debe coser una toga para su hija y la envuelve en una tela de 900 cm2, lo que exige que el material del traje sea muy fi no. Ka me mostró unos hilos de lana tan fi nos como el cabello. Después de que murió la anciana que sabía torcer este tipo de hilo, la técnica se ha perdido y el traje tampoco puede hacerse tan delgado como antes. Eso le duele mucho a Ka. “Por eso tengo apuro. Quiero que con este Centro de Herencia Cultural Étnica, otro nombre de la aldea, conservemos las cosas que están a punto de extinguirse”.

Un poblado del Condado Autónomo Yugu de Sunan.Fotos de Yu Xiangjun